De hazañas el Verde tiene un cajón lleno y necesitaríamos veinte blogs o más para contarlas todas. Pero vamos con una reciente, que la mayoría de quienes visitan este espacio seguramente hayan vivido y quieren recordar.
Un día como hoy hace cuatro años Germinal recibía a Deportivo Madryn por el Clausura del Argentino B. El escenario era pésimo para el Verde. El Aurinegro llegaba puntero e invicto en cinco partidos. El Verde, último, con cuatro derrotas y un empate. Los del Golfo tenían un plantel completo de futbolistas profesionales. En Germinal 9 titulares eran surgidos de la cantera.
Con esa previa comenzó el encuentro. Sorprendió el Verde a los 10 minutos. El arquero visitante salió mal, Marcos Correa estuvo rápido de reflejos y puso en ventaja al local. Con buen juego y parado de contra Germinal aguantó el resultado todo el primer tiempo. Pero apenas empezado el segundo empató Madryn y parecía que todo se desmoronaba. La ventaja física también jugaba; ellos entrenaban doble turno todos los días y los del Verde cuando podían, claro, debían trabajar.
Pero el empate persistió, Madryn se quedó con diez a los 20 de la segunda etapa y parecía un punto consagratorio y merecido para el local. Pero a los 44, una torpeza de la defensa visitante le dio un tiro libre al borde del área a Germinal. Entre peleas y nerviosismo de un lado y del otro, Héctor Lalo Silva, capitán aquella tarde, se paró frente a la pelota y dijo "pateo yo".
La clavó al ángulo y desató el delirio. Poco importó que matemáticamente esa tarde Germinal quedaba condenado al descenso. La entrega de un grupo de hombres desmoronó la preparación profesional de otros. La humildad venció a la soberbia y la historia se impuso al dinero. Madryn entendió ese día que la gloria no se compra. Germinal no hizo más que reafirmar que ya la tenía ganada hace rato.
Un día como hoy hace cuatro años Germinal recibía a Deportivo Madryn por el Clausura del Argentino B. El escenario era pésimo para el Verde. El Aurinegro llegaba puntero e invicto en cinco partidos. El Verde, último, con cuatro derrotas y un empate. Los del Golfo tenían un plantel completo de futbolistas profesionales. En Germinal 9 titulares eran surgidos de la cantera.
Con esa previa comenzó el encuentro. Sorprendió el Verde a los 10 minutos. El arquero visitante salió mal, Marcos Correa estuvo rápido de reflejos y puso en ventaja al local. Con buen juego y parado de contra Germinal aguantó el resultado todo el primer tiempo. Pero apenas empezado el segundo empató Madryn y parecía que todo se desmoronaba. La ventaja física también jugaba; ellos entrenaban doble turno todos los días y los del Verde cuando podían, claro, debían trabajar.
Pero el empate persistió, Madryn se quedó con diez a los 20 de la segunda etapa y parecía un punto consagratorio y merecido para el local. Pero a los 44, una torpeza de la defensa visitante le dio un tiro libre al borde del área a Germinal. Entre peleas y nerviosismo de un lado y del otro, Héctor Lalo Silva, capitán aquella tarde, se paró frente a la pelota y dijo "pateo yo".
La clavó al ángulo y desató el delirio. Poco importó que matemáticamente esa tarde Germinal quedaba condenado al descenso. La entrega de un grupo de hombres desmoronó la preparación profesional de otros. La humildad venció a la soberbia y la historia se impuso al dinero. Madryn entendió ese día que la gloria no se compra. Germinal no hizo más que reafirmar que ya la tenía ganada hace rato.
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